lunes, 19 de febrero de 2007

Tecleando la Crónica

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ESCUELA BASICA JUAN MADRID

(o Escuela Básica "Alejandro Pérez"
para trupaninos mayores de 30 años)


Primero que todo pido permiso a generaciones de trupaninos que aprendieron los números y las letras en esta escuela. Tal vez existan muchas personas capaces de emular este aporte, y yo, quizás omitiendo aspectos importantes de la historia y desarrollo de este centro educativo, enfrento el desafío de abordarlo.

Alguien me preguntó una vez sobre la diferencia entre caserio y pueblo. Le respondí que existen parámetros numéricos acerca de la demografía, características geográficas, densidad poblacional y de vivienda para determinar estas categorías, pero indudablemente los establecimientos educacionales marcan la diferencia.

Una escuela es el epicentro de todo: con escuelas se educan los niños que más tarde serán el eje y motor de la sociedad. El futuro de un país está en su gente, por ende si reciben una educación limitada, su proyección a futuro estará mermada.

Trupán es su gente, lo he dicho siempre y lo sostengo. Profesores y demás profesionales de la educación coinciden en que el proceso de formación de un niño es tarea de todos. Un profesor transmite conocimientos y buenos hábitos, mientras otras instituciones, como las iglesias o la propia familia, se encargan de formar las habilidades sociales del infante.

Hace mucho tiempo la Escuela Básica Juan Madrid se dió a la tarea de formar a nuestra gente. Con recursos escasos y necesidades diversas, don Alejandro Pérez inicia este proyecto de educación que pretendía educar a los niños de nuestro pueblo. Súmele a ello la precaria situación social que vivía nuestro país, en un contexto totalmente diferente al de hoy: nada de transporte escolar ni uniformes, mucho menos internet y tecnologías de información. Antes no había nada. Nada. Cada niño tenía que llevar un leño para la estufa. Así de precario. Cada alumno debía encaminar largos senderos para llegar a tiempo a clases. No había locales donde adquirir útiles escolares que además eran onerosos. No había biblioteca ni casino. Nada.

En un solo salón podían distinguirse distintas realidades, ya sea niños con ojotas de gomas o descalzos con los talones cocidos por la escarcha. Las jornadas eran de día completo saliendo muy temprano desde la casa y volviendo a media tarde, donde ya sin luz hacer las tareas era un verdadero dilema. Ni hablar de calculadoras ni accesos a páginas web como "el rincón del vago". Aún no se conocía la técnica del "copy paste". Cada niño acercába su cuaderno a la vela que la abuela encendía para tejer o simplemente debía sentarse a la orilla del fuego de la cocina para leer lo que se escribía. Cuando se usaba lápiz grafito los errores se borraban con migas de pan, mientras que cuando se usaba lápiz de tinta no había remedio pues se utilizaba un papel secante para cada hoja con el própósito de absorver la tinta húmeda; si se corría el papel secante se debía escribir toda la hoja de nuevo.

No habían mochilas barby ni zapatos dieciséis horas. Las abuelas tejían morrales para que sus nietos portaran sus cuadernos, ahora bien, si algún padrino de Santiago obsequiaba un bolson a su ahijado regalón, éste bolson pasaba de hermano en hermano siendo la taquilla de la escuela.

Anécdotas de aquellos años hay muchas, y de seguro son tema recurrente en las conversaciones veraniegas con nuestros tíos y abuelos. Con los años hasta se convierten en historias divertidas, pero caramba que eran tiempos difíciles. Era común, por ejemplo, que padres acérrimos se negaban a enviar a sus hijos al colegio, ya que las tareas de la casa no podían esperar y era mucho más provechoso y productivo que un niño de diez años cortara trozos o desmalezara el canal antes de aprender a leer en el "Silabario". Con la instauración del Retén de Carabineros en 1928 este tema se vió solucionado pues funcionarios de esta noble institución visitaban familias del centro y alrededores de Trupán obligando a los padres obceados a enviar a sus hijos al colegio con amenazas de multas económicas fijadas por la ley.

El análisis histórico de este tema resulta interesantísimo, y, volviendo a mis palabras iniciales, perdonen si he olvidado algú dato importante. Llevo tres años recopilando antecedentes sobre la Escuela Juan Madrid, el Retén de Carabineros y demás institucione afines, con el propósito de recopilar en un sólo material nuestra historia no contada. Espero darles pronto la noticia de su publicación, por lo pronto acepto cualquier aporte que ustedes me puedan dar.

Mientras tanto los invito a participar en nuestra sección 'Preguntas Con Respuestas' que para esta edición plantea una interrogante sobre nuestra querida escuela. Quedo muy agradecido de mis fieles lectores y gracias por comentar la crónica.


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2 comentarios:

Anónimo dijo...

...Una vez más, gracias por acercarnos a la historia de nuestro hermoso Trupán. Cabe destacar que de esa pequeña escuela han salido grandes hombres y mujeres, que con mucho esfuerzo han logrado seguir sus estudios y demostrarle al mundo que con esfuerzo y perseverancia todo se puede.Felicitaciones a todos esos grandes hombres y mujeres que colaboran día a día con el crecimiento del país y el orgullo de ser trupaninos.

Richard Biernay dijo...

Buenísimo recuento histórico. De seguro tu publicación será todo un éxito.

Hace una semanita atrás visité Trupán, sentimientos encontrados surgieron de manera instantánea.
Por un lado es increíble la belleza del entorno, es una verdadera postal, sin embargo encontré que existe una falta de ánimo en su gente, se ha tornado en un pueblo muy apagado. Es notoria la migración de estudiantes y profesionales a la ciudad en busca de mejores expectativas, sin embargo creo que el resto debe seguir viviendo y no encerrarse en si mismos... Trupán necesita un empujoncito y eso depende de todos nosotros. Creo que tu libro servirá como aliciente tanto para los trupaninos como para las personas que no conocen este maravilloso pueblo y se origine la necesidad de visitarlo.

César
Apuesto a tu nombramiento de Alcalde de Tucapel para el 2020

Saludos.

Richard