jueves, 3 de mayo de 2007

Yo Estuve Allí

Pido permiso primero, para romper un compromiso.
Este fin de semana anduve por Trupán y le aseguré a un trupanino de corazón noble, que mi próxima crónica giraría en torno a los bomberos, ilustre institución de voluntarios que gozan de reconocido prestigio en nuestro pueblo… pero algo sucedió en el camino.

LA CRUZ DE MAYO

Mi pasaje de regreso a Santiago indicaba que el bus saldría de Trupán a las 22:00 horas del día miércoles. A las tres de la tarde de ese mismo día, una señora se acercó a la casa a informarnos que al atardecer, la procesión de la Cruz de Mayo se detendría en la puerta de nuestra casa solicitando alimentos en beneficio del asilo de ancianos. Eso gatilló en romper mi compromiso y esbozar el contenido de la crónica en torno a esta tradición que ha renacido con la fuerza del ave fénix.

Esta actividad fue durante mucho tiempo una tradición en nuestro querido Trupán. Cada año, el primer día hábil del mes de mayo (verbigracia, al día siguiente del feriado del primero de mayo) desde los patios de la Iglesia Juan Bautista se encamina una procesión de fieles católicos siguiendo al estandarte distinguido por la cruz de cristo adornada con flores y cirios denominada la “Cruz de Mayo”. Premunidos de velas y guitarras, la procesión recorre las calles del pueblo en pos de la recolección de víveres para una causa latente.



El evento transcurre del siguiente modo. La procesión avanza alegre por las calles entonando el cántico de la Cruz de Mayo, deteniéndose en la puerta de una casa.





“Aquí anda la cruz de mayo
Visitando a sus devotos
Con un cabito de vela
Y un cantarito de mosto”

“Si usted tiene no lo niegue
No le vendrá algún daño
Al negarle la limosna
A la Santa Cruz de Mayo”




El dueño de casa acude al llamado y ofrenda lo que pueda. Todo será bien recibido, desde alimentos no perecibles hasta prendas de vestir, pasando por verduras del huerto y dinero en efectivo.

Aquí sucede una humorada, que es la guinda del evento. Cuando el vecino brinda la ofrenda a la procesión, ésta le retribuye con un cántico de agradecimiento que bien puede tratarse de una bendición.



“Muchas gracias caballero
Por la ofrenda que ha dado
Pasaron las tres marías
Por el camino sagrado”

“Linda es su casita
El albañil que la hizo
Por dentro tiene la gloria
Por fuera el paraíso”

Ahora bien, si el vecino no ofrenda a la causa, y, mucho peor, se esconde al llamado, la procesión le entonará un cántico de repudio.


“Esta es la casa de los pinos
Donde viven los mezquinos
Esta es la casa de los tachos
Donde viven los borrachos”

Súmele a esto un condimento adicional. Previo al inicio de la procesión, los fieles forman una pila de ramas y hojas secas que bien puede alcanzar la altura de una persona. A ésta pila, llamada "luminaria", se le prende fuego y comienza la algarabía. Entre cantos y gritos se oye ¡Viva la cruz de Mayo!

Esta misma actividad se realiza en casas aledañas. Durante días se juntan ramas y hojas secas para formar la luminaria y, para realzar la algarabía, a la pila se le agrega cicuta y castañas a fin de que las llamaradas vayan acompañadas de una inconfundible "cuetería". Desde lejos se oye ¡Viva la Cruz de Mayo! y más allá, en la luminaria de otra casa, se oye ¡Viva la Cruz de Mayo con Porotos con Zapallo! y de otra luminaria se oye la contrarespuesta ¡Con chicharrones de caballo!





Leí en algunos sitios virtuales que esta tradición es exclusiva de la octava región, pero no quiero afirmarlo hasta averiguarlo con certeza pues la sola idea me llena de orgullo.

Prometo dedicar la siguiente crónica a nuestros amigos los bomberos. ¡Lo juro por la Cruz de Mayo!